lunes, 2 de agosto de 2010

Intensamente verano

A juzgar por su reflejo en el cristal del antepenúltimo balcón, tintinea descompasado el luminoso del bar de la plaza. Puede que con un oído más desarrollado fuera incluso capaz de percibir el ruido circulatorio de la electricidad que lo atraviesa y da vida.

Los ojos al cerrarse muestran traslúcidas manchas de colores y se potencian las sensaciones: olor a basura sin recoger, ladridos desde una azotea y el sonido de una moto que se va desvaneciendo como un petardo barato de verbena.

Nada más, el resto es silencio y ansia perezosa por acabar el día.

1 comentario:

Soy ficción dijo...

Lo malo es que después viene otro y sigue siendo verano...