Un calor propio de una novela postnuclear de ciencia ficción ha venido progresivamente reemplazando a los ecos de los tambores y cornetas, ésos que durante el resto del año ensayan, ensayan, procesionan, ensayan, ensayan, procesionan, ensayan, ensayan, procesionan sin permiso, ensayan, ensayan. Los distinguidos parroquianos de la tienda / club social parecen felices todo el año, los perros se refugian y el tiempo se abrasa sin rechistar mientras las fachadas ya de por sí desconchadas comienzan a agrietarse.
4 comentarios:
Felices? Todos lo parecen desde lejos.
Sí... y además, ¿quién quiere acercarse?
Por cierto, gracias por subirte a esta humilde antena conmigo.
Me gusta la vista :)
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