jueves, 13 de enero de 2011

Men in Black

Hay ciudades tan altas... las nubes se pasean entre las personas y los rascacielos visitan estancias hasta hace pocos siglos imperturbables, reservadas a los dioses.

No es el caso.

Aquí todo está bastante bajo, cualquier altura es prácticamente a ras de suelo, las voces suenan muy muy de cerca, te arañan los sentidos; los latidos del corazón de aquel perro feuchillo son un primerísimo primer plano, un titular, una certeza mayor que cualquier estructura elevada sobre materiales con nombres para mí imposibles de reproducir.

Casi todo está vivo aquí, casi todo es escuálido y leve, pero palpita con tanta fuerza que podría generar su propio microcosmos, su particular universo, con sus reglas y leyes físicas, religiones y puede que personajes como el guardián de la nada, el fofo y casposo posadero/panadero o Pecas el gato. Como en la genialidad que es el final de Men in Black, en mi ciudad las motas de polvo son supernovas y la risa lejana al otro lado de la calle, un mensaje codificado de seres de otros planetas.

1 comentario:

Soy ficción dijo...

Bueno, las ciudades son tan altas como le permitamos a nuestra imaginación construir. Nos vemos allá arriba!